La cancelación de numerosas fiestas patronales y populares señeras en Canarias es inminente. La nueva realidad, con restricciones para acelerar una normalidad diferente, no da cabida a aglomeraciones y ahoga cada fecha que avanza a un sector de la pirotecnia que llenaba el cielo de luz, color e ilusión en cada celebración.
«Está todo parado porque nos cogió a todos por sorpresa, nadie sabe cómo salir de esta situación», analiza Ramón Martel, de la quinta generación de San Miguel, que realiza «muchísimos espectáculos pirotécnicos» desde 1982 por todos los municipios del archipiélago. «Creo que hasta marzo o abril del próximo año no podremos trabajar, siempre y cuando no haya un rebrote de la enfermedad», destaca, al tiempo que agrega que esta situación excepcional se traducirá «en cerca de 400.000 euros en pérdidas, así de claro. Tuvimos que mandar al personal al paro y cuando empiece la actividad se le volverá a contratar».
Asimismo, Benjamín Dávila, la sexta generación de El Pilar y muy presente en la zona de las medianías de Gran Canaria, sostiene que «la incertidumbre es máxima, ahora mismo está toda la actividad parada, con muchas fiestas ya suspendidas y no sabemos exactamente hasta dónde puede llegar esto». En cuanto a las pérdidas, prefiere no decir cifras «hasta que no se conozca exactamente qué pasara, pero va a ser importante porque nosotros tenemos el margen de negocio en verano y podemos hablar tranquilamente de un 60 o 70% de pérdidas porque el otro 30 o 40% lo hacemos en navidad. Si en verano no hay nada, vamos a sufrir bastante, eso está claro».
Por su parte, Leo Martel, de Piromart, en marcha desde 2006, asegura que «a todos nos afecta por igual y es que desde carnavales ya empezamos a perder poder adquisitivo, y las fiestas se están suspendiendo»