miércoles, 30 de noviembre de 2011

Precintará los locales del Carnaval que no cierren a las 12

La concejal de Seguridad Ciudadana de Santa Cruz, Carmen Delia González, advirtió ayer de que se procederá al precinto inmediato de los locales de los grupos carnavaleros de La Noria cuyas puertas no se cierren a las doce de la noche de lunes a viernes y también de aquellos que abran los sábados, prohibición que se suma a la de vender alcohol. Los negocios dedicados al ocio nocturno en esta calle, que se han quejado de competencia desleal por parte de las cantinas de los grupos del Carnaval, han ganado la primera batalla.


Sin embargo, las murgas, rondallas y agrupaciones que ensayan en La Noria (Ni Pico Ni Corto, Triqui Traques, Diablos Locos, Mamelucos, Ni Fú Ni Fá, Sabor Isleño, El Cabo y La Peña del Lunes) informan de que todavía están esperando a que el alcalde, José Manuel Bermúdez, se reúna con ellos para buscar una solución definitiva que permita una "convivencia beneficiosa" entre los grupos, los locales de ocio nocturno de esta calle y los vecinos cansados del ruido y de la práctica del botellón.

Los grupos carnavaleros, que recuerdan que llevan instalados en La Noria más de 40 años, consideran injusto que se les esté tratando "como delincuentes" y que la Policía los vigile de forma constante, cuando, según dicen, en las cantinas solo se despacha a los socios.

Además, no entienden que solo tengan que ser ellos los que cierren temprano, cuando el resto de locales de ensayo del Carnaval, repartidos por distintos puntos de la capital, pueden permanecer abiertos hasta cuando quieran, como los que se encuentran situados en el Mercado del barrio de La Salud.

Las murgas, agrupaciones y rondallas de la calle de La Noria, que aseguran estar cumpliendo las órdenes del Ayuntamiento de Santa Cruz, lamentan que el ambiente carnavalero esté desapareciendo de esta calle, cuando "ha estado ahí toda la vida", según comentan Ni Pico Ni Corto y Sabor Isleño.

Asimismo, explican que resulta muy incómodo para los componentes tener que ensayar con las puertas cerradas y no poder abrirlas para poder fumar un cigarro, tomar un refresco, o para salir a hablar con algún compañero. Insisten en que el espíritu carnavalero de La Noria muere cada día. "Lo estamos pasando muy mal", añade la murga Ni Pico Ni Corto.

La Afilarmónica Ni Fú Ni Fá, que lleva toda su vida en la calle de La Noria y que entiende que los negocios de la noche reivindiquen sus derechos porque pagan sus correspondientes impuestos, explica que toda la problemática comenzó cuando los vecinos presentaron denuncias contra el ruido y el botellón, algo que no había ocurrido nunca antes. Las empresas de ocio nocturno, a las que no se les puede hacer nada porque cumplen con toda la legalidad y pueden estar abiertos hasta determinada hora de la madrugada, trasladaron el problema a los locales de ensayo carnavaleros y ahora son estos los perjudicados, según cuenta La Ni Fú Ni Fá.

Asimismo, y según pudo confirmar este periódico, unos meses antes de las pasadas elecciones municipales los negocios de ocio nocturno de La Noria presentaron un escrito en el Ayuntamiento quejándose de que los ocho grupos carnavaleros les hacían competencia desleal. Aseguraron que a pesar de que estos no pagaban ningún tipo de impuesto, vendían comida y bebidas a muy bajo precio a cualquier persona que acudiera al local de ensayo. También echaron la culpa del botellón a determinados locales del Carnaval.

Con el nuevo equipo de gobierno la Policía intensificó la vigilancia a los grupos de La Noria, llegando incluso a poner multas a algunos de hasta 200 euros y a cachear a varios componentes. Los carnavaleros empezaron a sentirse perseguidos por los agentes. En una reunión con el concejal de Fiestas, Fernando Ballesteros, se establecieron las reglas del juego. Los grupos del Carnaval deben cerrar a las doce de la noche y no abrir los sábados, aunque pueden estar dentro del local hasta cuando quieran pero con las puertas cerradas.

Los grupos tienen miedo a quedarse sin sus locales de ensayo y sin sus cantinas, sin las cuales, y según dicen, no podrían pagar el agua, la luz, el mantenimiento de la sede, las obras de mejora y muchas otros gastos de las asociaciones. Por eso están cumpliendo con lo estipulado por la corporación local, aunque a regañadientes.

Ahora exigen una reunión con el alcalde para que se regularice la situación de las cantinas de los locales carnavaleros, para dejar de tener miedo a que un día sus locales puedan ser cerrados por el Ayuntamiento o por la justicia, en el caso de que las denuncias lleguen a los tribunales. Los grupos quieren ensayar con tranquilidad y quieren recuperar el ambiente carnavalero de La Noria.

La Opinión de Tenerife
Eloísa Reverón

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