Una veintena de asociaciones de la capital rechazan el decreto dictado a finales de agosto por el alcalde, José Manuel Bermúdez, con el que se regula la gestión de las cantinas de los locales municipales de los colectivos vecinales, culturales, deportivos y del Carnaval. Según este documento, no se puede vender tabaco ni comidas elaboradas en estos locales, así como está totalmente prohibida la venta o consumo de bebidas alcohólicas desde el pasado 27 de agosto, aunque en casos "excepcionales y previa autorización de del Ayuntamiento" podrá ofrecerse vino y cerveza.
"Cuando no es una cosa es otra. Como sigamos así terminaremos entregando las llaves de la asociación al Ayuntamiento y que se encarguen ellos", comenta Antonio Santos, presidente de la Asociación de Vecinos de la Cruz de Tíncer. Afirma que se trata de una medida "discriminatoria" y que ya no les da para pagar nada de lo que organizan. "¿O es que pretenden que lo paguemos con los dos euros que da cada socio?, apunta Santos indignado. Reconoce que es un momento difícil y que se está recortando de todos lados, pero que, justamente por eso, las asociaciones de vecinos deben seguir cumpliendo su servicio a la comunidad. "Nosotros no ganamos nada, solo la satisfacción de unir a la gente del barrio y sacarla del clima deprimente que hay en todos lados", afirma.
Tras varios meses de debate y de conversaciones con el Ayuntamiento, este documento ha causado gran malestar en las asociaciones, que se sienten "traicionadas" porque no se ha cumplido lo prometido en las reuniones previas. "José Manuel Bermúdez me miró a la cara y me aseguró que nos iba a permitir vender vino y cerveza. Luego llegó e hizo todo lo contrario", apunta molesto Moisés Barreto, presidente de la Asociación de Vecinos 7 Islas, del barrio de El Sobradillo. Afirma que pretenden impugnar esta nueva normativa, ya que con las subvención anual de 900 euros que reciben no les alcanza para cubrir gastos y que la cantina "no es un bar, sino una ayuda más". Moisés afirma que actualmente se encuentra a la espera de una reunión con el alcalde para llegar a una solución.
Con este decreto, el Ayuntamiento de Santa Cruz regula por primera vez la instalación de cantinas en los locales cedidos a las asociaciones. El Consistorio responde así a las denuncias de varios empresarios de ocio de la capital, que ven en la actividad de estas cantinas "competencia desleal" al vender alcohol y comida a precios más bajos y sin pagar impuestos.
Para Antonio Santos, todo esto es "una exageración". El presidente de la asociación La Cruz de Tíncer afirma que no sólo no compiten con los bares de la zona, sino que en ocasiones colaboran con ellos. "No nos deberían ver como una amenaza", indica. La mayoría de colectivos vecinales aceptan la prohibición respecto a las bebidas alcohólicas de alta graduación, así como lo referente a las comidas elaboradas o el tabaco. Es en la cerveza y el vino es donde se da la desobediencia. "Aquí solo vienen los mayores a pasar las tardes con los amigos, charlando o jugando al envite mientras se toman su copita. ¿De verdad esto perjudica a alguien?", se pregunta Santos. Añade además que las cantinas cumplen "una función social, porque la mayoría de los bares se opone a que ocupen una mesa toda la tarde". "Para eso vienen aquí", concluye.
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