El carnaval de Las Palmas apuesta este año por la dispersión acuciado por la sentencia que obliga a sacar los actos del parque de Santa Catalina y ante las dificultades de encontrar una alternativa satisfactoria. La decisión, sin embargo, no es nueva. La fiesta siempre recorrió la ciudad.
Esta diáspora ha sido criticada por los propios grupos del carnaval como un reconocimiento de la incapacidad de encontrar un lugar alternativo al parque de Santa Catalina, vetado tras una sentencia judicial que daba la razón a la comunidad de vecinos Simón Bolívar en su lucha contra los ruidos y otras molestias generadas por los mogollones.
La lista de candidatas fue casi interminable, empezando con el muelle Sanapú -que fue rechazado por el Estado por tratarse de una zona de actividad económica que no podía paralizarse por la celebración de los carnavales- hasta llegar a El Rincón, donde los litigios que mantiene el Consistorio con los propietarios privados de suelo impidió el traslado de las fiestas.
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