viernes, 11 de enero de 2013

Unas mascaritas repartidas


El carnaval de Las Palmas apuesta este año por la dispersión acuciado por la sentencia que obliga a sacar los actos del parque de Santa Catalina y ante las dificultades de encontrar una alternativa satisfactoria. La decisión, sin embargo, no es nueva. La fiesta siempre recorrió la ciudad.
El carnaval de 2013 se atomizará en un radio de cinco kilómetros que mantendrá como epicentro el parque de Santa Catalina para los actos oficiales, pero que distribuirá los escenarios de la fiesta en  cuatro puntos más: la zona de El Rincón, con los ventorrillos de jóvenes y estudiantes, así como con la feria de atracciones; el carnaval de día se irá al entorno del mercado del Puerto y al barrio de Vegueta; y, por último, los chiringays se establecerán entre el parque Romano y el Muelle Deportivo, en las terrazas Tao -que cambiará de nombre para convertirse en Mariquitao- y La Sal -que será La Salerosa-, así como el centro comercial Sotavento.
Esta diáspora ha sido criticada por los propios grupos del carnaval como un reconocimiento de la incapacidad de encontrar un lugar alternativo al parque de Santa Catalina, vetado tras una sentencia judicial que daba la razón a la comunidad de vecinos Simón Bolívar en su lucha contra los ruidos y otras molestias generadas por los mogollones.
La lista de candidatas fue casi interminable, empezando con el muelle Sanapú -que fue rechazado por el Estado por tratarse de una zona de actividad económica que no podía paralizarse por la celebración de los carnavales- hasta llegar a El Rincón, donde los litigios que mantiene el Consistorio con los propietarios privados de suelo impidió el traslado de las fiestas.
 Javier Darriba

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