
Natural de Vallehermoso, se trasladó a Santa Cruz con sus padres a los 6 años. Desde pequeña se crió con Manolo en San Telmo. La mayor de cuatro hermanos recuerda que su hijo Juanjo tenía dos años y su hija Rogi tres meses cuando Manolo marchó a Venezuela. “¡Gracias a mis padres!”, añade. De regreso a Tenerife, Bella –cuyo nombre original es María Irene– recuerda que animó a Manolo a sacar el grupo. “El primer año –1965– salimos de mamarrachos, unos con un antifaz, otros con una corona... Con lo que había. Lo mejor, todos éramos amigos del mercado y familia, y lo pasábamos bien; con algunos instrumentos. Ese primer año –fundación de Los Rumberos– salimos bailando con la cara tapada”. Eran las quintas Fiestas de Invierno y el Carnaval como tal estaba prohibido.
Al año siguiente, Bella animó a Manolo a ir a El Kilo, que tenía un garaje en la calle de La Rosa, y hacerse todos el mismo traje. “Ensayábamos en el patio del mercado, donde están los puestos de flores. En la parte alta vivía Virgilio, que se encargaba de vigilar y abrir”.
“Salí hasta 1974, porque en diciembre de ese año falleció mi padre y había costumbre de llevar luto, aunque yo siempre he sido muy moderna. Dejé de salir bailando, que me encanta; porque yo cuando canto llueve”, se ríe. En la actualidad, reconoce que su afición por el baile la ha heredado su nieta Naomi, la hija pequeña de Juanjo, y el ritmo de la percusión, la mayor, Tairé.

Humberto Gonar
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