Su compañera mesa Isabella Brown es belga, lleva tres años viviendo en la capital y quiso conocer el carnaval tras las bambalinas. «Es un trabajo muy grande hacer posible esta espectacular fiesta», confiesa. Vanessa Santana es ya veterana en las carnestolendas, en las que participa desde hace 13 años. «Los ensayos son guay porque conoces gente nueva y te vas dando cuenta de cómo es el trabajo desde dentro», describe Santana, que ha participado tanto de bailarina como de figurante.
Cynthia Fleitas se presentó sola por primera vez el año pasado al casting y agradece haber conocido «a unas chicas maravillosas que iban con el mismo propósito que yo, disfrutar de la bonita experiencia». En el caso de Sara Espino, que también participó en 2016 por primera vez, pudo contemplar «la ilusión que hay detrás, te das cuenta de que el carnaval es del pueblo y surge gracias al trabajo desinteresado de cientos de personas, que sin llevarse remuneración alguna van a los ensayos, que no son pocos». «Desde los cuerpos de baile hasta cantantes, maquilladores, los que hacen el trabajo artístico, los trajes... Tantas personas ahí creando, es maravilloso, una experiencia única», dijo Espino que, conforme iba acercándose el día de la obertura, «sentía los nervios en el estómago».