
Mantener una conversación con ellos y no sonreír es misión imposible, a sabiendas de, como mantiene en su máxima: "Hacer llorar es fácil; hacer reír no tanto".
Ya en 1978, la abuela de Brito, Nena La Canaria los sacó por las calles de La Laguna desfilando con unas latas de aceite que utilizaban a modo de percusión, para sumarse en Los Fosforitos, hasta que en 1980 se constituye El Desbarajustito. "El primer año salimos con un traje de payaso naranja", recuerda Rober; "en 1982 fuimos de vagabundos y logramos el primero de Interpretación". Y es que los murgueros cuentan los años por las fantasías que han vestido.
Rober y Arias, que mantiene una amistad desde hace cuarenta años, recuerdan cuando ensayaban en el piso superior de la barbería de San Honorato, frente al bar Los Toneles," cerca de la huerca del Cuco, próximo a donde hoy está Mercadona", comentan con una cara de ilusión. Brito interrumpe: "En mi casa había mucha costumbre de tradición; recuerdo que mi madre siempre disfrazaba a mi hermano Fran (el famoso costurero de Bambones, en la actualidad) y ganaba los primeros premios de disfraces en el concurso que se celebraba en el teatro Leal. Luego crecí hoy y nos presentó en la modalidad de parejas, como Don Quijote y Sancho Panza o Los Perros de Flandes, unas fantasía que elaboraba en colaboración a la madre de Fran y David Brito, Wlakiria. "En aquellas galas del teatro Guimerá actuaba Juan Cruz Ormazábal, que pronunciaba un monólogo, con una gran autoridad", recuerda Brito para poner en valor a otro referente de El Desbarajustito que hoy sigue en activo en las rondallas.