Fue en el Mercado de Nuestra Señora de África donde comenzó todo. El inolvidable Manolo Monzón -fallecido hace tres años-, tras emigrar a Venezuela volvió a Tenerife cautivado por las comparsas de Río de Janeiro, que vio a través de la televisión. Él disfrutaba con la música de antes, y pensó “¿por qué no trasladar la alegría de las comparsas a la Isla?”. Monzón, que trabajaba en La Recova, terminaba su jornada y con algunos trabajadores dieron el paso, comenzaron a ensayar. En 1965 nació Los Rumberos, y la acogida por el pueblo de Santa Cruz fue muy positiva. Entre la admiración y el asombro, era tiempo de rondallas, el grupo de apenas cuarenta componentes actuaba por las calles de la capital con disfraces con motivos caribeños, en lo que por aquel entonces eran las Fiestas de Invierno. Cantaban con megáfonos, era una explosión de colorido. La gente era de Los Rumberos, una agrupación que crecía al mismo tiempo que lo hacía la fiesta, hasta llegar a reunir hasta más de cien componentes.
En estos días, la comparsa dirigida por los hijos de Monzón, Roji y Juan José, se encuentra entre los ensayos y los detalles de los trajes. Sin descanso, de lunes a domingo. “En estos tiempos es mucho más difícil que en años anteriores, ya que la economía no es la misma. Nosotros somos una gran familia y el esfuerzo que hace cada componente no hay dinero para pagarlo”, confiesa Roji Monzón, testigo de la evolución de la comparsa, creció con ella, al igual que su hermano. El paso de los años y la de dedicación de Los Rumberos hizo que fuese imposible hablar del Carnaval de Santa Cruz de Tenerife sin mencionar la alegría que aportaba a la fiesta la comparsa. En 1969 la agrupación del Barrio de la Salud no estaba sola. El éxito había sido absoluto y motivo de ello fue el nacimiento de Los Cariocas y Sudamericanos. Los Rumberos siguieron enamorando a las personas, bajo la exigente supervición de Manolo Monzón. “Este año no me gustan mucho las canciones. Le falta color al vestuario. Este año otra comparsa me ha gustado más que la nuestra”, se le podía oir al tinerfeño, al que no le gustaban demasiado los concursos. “Desde que falleció siempre lo echamos de menos, pero algo que echo en falta es la llamada tras el concurso para escuchar su opinión”.
Tras volver al a participar en el concurso en 1993 Los Rumberos es un aliciente más para no perderse el certamen que ha recuperado la repercución que tuvo en la década de los años ochenta y el cual no se perderá desde el cielo Manolo Monzón, junto a el maestro murguero Don Enrique González o Pedro Gómez Cuenca, el Charlot tinerfeño.
Jorge Martínez
No hay comentarios:
Publicar un comentario