viernes, 7 de febrero de 2014

Concursantes aplicados

Los Bambas
"Esto sí que es un pedazo murga". Fueron los primeros gritos que se escucharon anoche en la primera fase del concurso de murgas infantiles, justo cuando el primero de los grupos, Revoltosos, se colocaba en la tarima. Arrancaba así la primera de las tres noches en las que los más pequeños quisieron demostrar que queda Carnaval para unos cuantos años. Ni la falta de una retransmisión en directo convenció a las aficiones para llenar el Recinto Ferial, que lució más vacío que otra cosa. Al final, en contra de las previsiones, destacó Bambas, divertidos, irónicos y críticos; y la gran apuesta de la noche, Distraídos, usa la baza de un buen repertorio.
Los chicos y chicas de Yazmina Alonso, con un colorido y brillante disfraz de payaso, volvieron a dar pasos hacia adelante en musicalidad, como ya hicieran el año pasado. Con un pasodoble como envoltorio, los pequeños cantaron sobre temas tan variopintos como los patos de la Catedral lagunera, la Cabalgata de Reyes o las entradas de los concursos. Su mejor estrofa, un canto al orgullo de ser Revoltoso: "Mi fuerza es la humildad, ninguna murga a mi me gana". Con algo menos de dicción en el segundo tema, la murga tuvo una idea original y contaron los deseos que pedirían al genio de la lámpara de Aladdín. Libertad y seguridad en los parques, más diversión gratis para los pequeños o un avión para los niños. Y un cambio de ritmo para acabar con un gran deseo: ser murguero y tener un futuro próspero.

Las tablas del apellido Marichal fueron el principal aval de los segundos en subirse al escenario: Arlem dirigió a unos Melositos que también optaron por un popurrí de asuntos que preocupan a los niños: Carnaval de Día, compañeros de colegio sin vivienda o la reforma educativa. Buena vocalización, pero les afectó la selección musical y un montaje demasiado arriesgado. Las ganas no les faltaron, como demostraron en su segundo tema en el que optaron por una idea original: contaron, con mejor entonación, sus peripecias como invitados a una boda, con las que al menos despertaron algunas risas entre un público más bien dormido.

Tras diez años, Tiquis Miquis regresó al concurso y con sorpresa. Sus letras infantiles y cuidadas se convirtieron en sus mejores armas: combinando humor y crítica, con mejor afinación en la primera. La valentía fue el hilo conductor: serlo para entrar al baño después de que salga papá o para esquivar el cholazo de mamá. Y para terminar, valentía a los adultos, especialmente a los profesores que no vigilan la violencia en el colegio. Siguieron el mismo esquema en la segunda, centrado en los dibujos animados y que comparan personajes infantiles con políticos, banqueros o incluso sus pobres madres.

La representación del Norte de la Isla llegó con Raviscuditos, que fueron de menos a más en su actuación, aunque sin llegar a despuntar en ningún momento. Apostaron por la crítica en su primer tema, en el que alcanzó incluso el entrenador de la Unión Deportiva, Sergio Lobera. Lo que empezó como una reivindicación de su zona norteña, se convirtió en una escuela de magias en el segundo tema. Bromeando, pidieron al jurado "no quedar los últimos como los cuatro años que lleva en concurso".

Llegó lo que a priori era el plato fuerte de la noche, ganadores del tercer premio de interpretación del pasado año. Se hizo un inusitado silencio en el Recinto y no porque se tratara de una murga grande sino porque los niños dirigidos por Giany Pérez apostaron por cantar su presentación sin micros, como se hace en la calle. Un pelotón se subió a la tarima y elevó el volumen. Un canción comercial fue la apuesta del primer tema, habitual en su letrista Airam Bazzochi, que sabe combinar como pocos la necesidad de divertirse en el escenario con la de contar las cosas que afectan a los más pequeños. Con un maratón especial, Distraídos arremetió contra la educación y el Carnaval, siendo la fiesta el acto que protagonizó la mejor estrofa: Los pequeños relataron las donaciones de la Fufa (bombo y platillo) o Santi Castro (un boceto) para hacer el museo del Carnaval.

Las carnestolendas sirvieron también para envolver el segundo tema, al menos sus personajes más populares. Ataviados como Fidel Castro, Harpo o La Lecherita, alzaron la voz sobre temas como la refinería o la pobreza (que ha dejado mudo al hermano Marx). Su dosis de espectáculo quedó reflejada en la coreografía que acompañó las quejas de Michael Jackson sobre la cabalgata. Evidentemente, el final del tema no podía ser para otro personaje como Charlot.

A continuación una las murguitas veteranas. Con 40 años a sus espaldas y desde El Cardonal, Bambas se puso a la altura de Distraídos, al menos en lo que se refiere a las letras. En el primero simularon dejar los estudios para buscarse un futuro en los concursos de televisión. El humor al hablar de vagancia en Gran Hermano y la retahíla factoría bambón en Máster Chef. Y un final de regreso al colegio para enmarcar: Si mi madre fuera diputada, me haría la tarea.

En el segundo, aunque con menor dicción, usaron la tecnología como hilo conductor. El doble juego de la terminología de una aplicación permitió arremeter contra la educación, bromear con lo "plastas" que son los padres y despistar con los cantantes que ahora son populares. Un final con crítica y emoción: el cartel de Agüitaaa no les gusta y muestran el suyo alternativo de Charlot.

A Guachipanduzy le tocó cerrar la primera fase. Serios en el primer tema, cantaron a las mascotas: el abandono en el maletero del coche sirve para contar diferentes dificultades de las familias que adoptan al perro protagonista de la canción. En el segundo, se van de viaje a Benidorm con los jubilados. Hicieron reír, mucho, emulando un trayecto primero en avión y luego en guagua, además de las actividades extraescolares. Salvaron el tópico con una excelente selección musical y una gran interpretación gestual.
La Opinión de Tenerife
María Plasencia

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