Mamelones |
Los primeros en participar fueron los niños y niñas de El Cabito con cambio de directora al frente. La simpatía y ternura de Nayara Vera dio paso a la fuerza arrolladora de Ángela Giusty, que además hizo de solista en una emotiva presentación dedicada al recientemente fallecido Pedro Gómez Cuenca, Charlot, personaje en el que además homenajean en su fantasía. En su paso por el escenario se centraron primero en la ciudad y subieron al alcalde de Santa Cruz de Tenerife a una guagua turística para que descubriera "lo abandonado que están nuestros barrios. "Jose, ten claro, debes apuntar lo que cantamos". En el segundo se convirtieron en zombies "buenos aunque feos" con algunas pinceladas de humor.
A continuación le tocó el turno a Chinchositos, dirigidos por Berto Marichal, que optaron por una idea que ya en la tercera fase resulta repetitiva: Chinchocomedor. Sin embargo, al contrario que otras murgas que les precedieron acertaron en uno de los argumentos: "quitan la subvención del comedor, ahora tienes que pagar". Tras homenajear a sus progenitores, la murga dedicó su segundo tema al Museo del Carnaval, para lo que aprovecharon los pasacalles (y disfraces) de cuatro murgas adultas para reivindicar asuntos de diversa índole: desde el fútbol a los pensionistas. Cerraron su actuación criticando a la organización de ExpoCarnaval y con el cronómetro a cero.
Una vocalización perfecta no escuchada en las dos noches anteriores y una excelente musicalidad fueron las características de la siguiente murga: Paralepípedos. En el primer tema hicieron una redacción para buscar una profesión y de concejal pasaron a director de la murga "porque el que tenemos ya es mayor". En el segundo apostaron por una historia cercana y narraron la relación de un niño "requetepijo" con un vecino un tanto pasota. "Una idea genial para aprobar, el friki lo hace y yo a copiar" fue uno de los golpes de la canción que acabó con un rap del friki revelado. Una canto a la amistad para terminar una intervención estupenda.
Los simpáticos pingüinos de Mamelones se plantaron en el escenario dispuestos a revalidar el primer premio de Interpretación del pasado Carnaval. Para ello presentaron una actuación equilibrada, entretenida, afinada... Muy correctos en los dos temas, engarzaron su primer tema en un circo muy particular que pasará por todos los barrios. La entrada, tapones solidarios y el hombre bala rompió el Ayuntamiento. Domadores, equilibristas, espectáculo de focas en la charca de la Plaza de España... uno tras de otro lograron el aplauso del público para terminar, un final murguero: son payasos. La segunda letra tampoco tuvo desperdicio y asumieron su papel de niños protestones; contra la reforma educativa, contra los fumadores y los conductores que aparcan en reservados. Al final animaron al público a hacer una conga porque también ellos fueron en su día niños protestones.
Desde María Jiménez y cumpliendo 30 años en la fiesta, llegaron Sofocados. La murguita del Compinche demostraron seguridad, sobre todo en la parodia. En el primer tema recorrieron su casa en busca de objetos para hacer un kit de supervivencia para la crisis. Encuentran un chubasquero para la que está cayendo, una linterna para los que viven en la oscuridad por no poder pagar la luz o tiritas para los hospitales. Así, fueron sacando uno tras otro todos los objetos que mencionaban. La emoción llegó al meter en el kit un paquete de kleenex para llorar a Pedro Gómez Cuenca. En el segundo relataron una particular olimpiadas en Santa Cruz, en las que hicieron piragüismo o sincronizada. Especial mención merece la modalidad de marcha en La Noria, con melodía de las murgas por las que pasaban.
Tras ellos llegó el escándalo. La actuación de Rebobinado se convirtió en la mejor del concurso, solo comparable a la de Pita Pitos. Buen repertorio, excelente vocalización, letras infantiles, perfecta afinación y una gran puesta en escena es motivo más que suficiente para que los chicos celebraran entre saltos su actuación. El primero fue una genialidad con juegos de mesa como hilo conductor. Entre la necesidad de comprar espacio para divertirse mientras juegan al monopoly, descubrir al personaje favorito con el ¿quien es quién?, con los gestos describieron con mímica El Jorobado de Notre Dame,... Destacan dos juegos: el parchis y Mr Potato. En el primero, los bajos se negaron a recibir la ficha amarilla "porque la ficha con la que quiero jugar es siempre blanquiazul" con efecto visual incluido. Mientras, el popular juguete para bebés sirvió para homenajear a Charlot al colocarle bombín, bigote y bastón.
Por si no bastaba con esa canción, su letrista Carlos Casanova se sacó de la chistera otra gran canción. Con música tradicional de principio a fin, los pequeños usaron el folklore para, sobre todo, vacilar. Piques como puntos cubanos entre chicharreros y canariones o los platos típicos de la abuela dieron paso un ejemplo de reacción: la pregunta al concejal de Fiestas por la polémica e las entradas de esa misma noche. Una declaración de patriotismo para terminar y el recinto en pie.
Cerró la fase Carricitos, con una fantasía de las más elegantes de las que han desfilado en el escenario. En cuanto a la interpretación, eligieron un murguero chío chío para empezar, en los que criticaron y se rieron de varios asuntos carnavales, como la feria en la que no hay atracciones para niños o la falta de bocadillos en el concurso. Dedicaron su segundo tema a un aspecto original: las cucarachas.
María Plasencia
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