lunes, 3 de febrero de 2014

Luciano Delgado... y se hizo la luz

Luciano Delgado es parte de la historia viva del Carnaval de Tenerife. Nacido en Tacoronte, en 1953, aunque criado y "ensolerado" en Santa Cruz, recibió el testigo como técnico de iluminación del teatro Guimerá en 1974, gracias a Galván. En ediciones sucesivas, se vio solo ante el peligro por el fallecimiento de quien le diera la alternativa. Salvo en dos o tres oportunidades, Luciano Delgado siempre ha estado al frente de la técnica, desde sus orígenes en el Guimerá hasta las galas del recinto ferial.

Antes incluso de que se incorporara como iluminador de Televisión Española, en 1982, ya estuvo trabajando en el Carnaval. Recuerda la primera retransmisión, en color, que se realizó en 1977, con unas cámaras tan pesadas y antiguas que precisaban de ventiladores para refrigerarlas.

Con casi 40 años de experiencia como responsable de iluminación en el Carnaval, y también en los montajes técnicos, Delgado cree que el recinto ferial continuará acogiendo elecciones durante los próximos ocho o diez años, pues no encuentra un lugar alternativo. El siguiente paso será, a su juicio, el muelle del carnaval, en la desembocadura del barranco de Santos.

Admite que los técnicos siempre esperaban al día después de la gala para ver si en los medios de comunicación se nombraba. "Nuestro fin era que no se hablara; si era así, es que había gustado".

Entonces, técnico y espectáculo tenían un equilibrio al 50 por ciento, porque se ayudaba a tapar la carencia artística en algunos casos. En la actualidad, la técnica ya aventaja a la parte artística, en un 60-40.

"El teatro Guimerá fue mi escuela", señala con rotundidad Luciano Delgado, que precisa la dificultad que suponía desarrollar allí la tarea por los deficientes medios. Para paliar esta carencia, lo mejor era trabajar en equipo. "Entonces se hacía más que ahora". "Los directores artísticos de las galas del Carnaval se daban tortas y se ofrecían para dirigir gratis la elección de la reina, porque eso luego les abría las puertas en otros lugares", cuenta mientras recuerda a Tito Galván o Sergio García, sin olvidar el paso del director de ópera Giampaolo Zennaro, de quien admite que aprendió muchísimo.

Del teatro Guimerá, para paliar la carencia técnica, se dio el salto a la plaza de toros. Era muy complicado, sobre todo para televisión, hacer un espectáculo de 360 grados. Luciano Delgado atribuye a Adán Martín y Miguel Zerolo el empeño por sacar la gala del Guimerá, y recuerda la anécdota de la visita que realizaron cuatro o cinco meses antes al coso taurino. Allí Adán Martín cogió un papel, dibujó un doble círculo y diseñó un sistema de tirante y tensores para cubrir la plaza. "Teníamos la experiencia de que en todos los concursos había un solajero, aunque la víspera se hubiera inundado la plaza". De la plaza de toros a la de España, con la complejidad técnica que eso suponía, según explica. "Se habla mucho del escenario de Egipto, pero pocos saben que se utilizaron dos grúas para soportar la estructura, que eran prestadas gracias a las gestiones de Juan Viñas, y claro... al ser prestadas... perdían 20 litros de aceite que teníamos que volver a llenar a diario". "El escenario de Egipto era un decorado de El Corte Inglés, que se negoció y se trajo al Carnaval".

Junto a Egipto, Luciano Delgado destaca la complejidad técnica del escenario de Superchicha. Dejar la plaza de España y cambiarla por el recinto suponía que del mes y medio de montaje se pasaba a tener todo preparado en diez días. Y llegó el recinto ferial, con garantías técnicas y de seguridad, más allá del accidente de 2013. Hoy, Luciano Delgado ve con satisfacción cómo dejó atrás el cartón piedra y la lona y desde 2013 incorporó la pantalla led. Son nuevos tiempos y técnicas que ahora toca desarrollar a sus hijos, Aníbal, técnico en TVE, y Beneharo, con empresa de iluminación. A ellos les toca escribir un nuevo capítulo, tal vez para mayor gloria del Carnaval.

Humberto Gonar

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