El tiempo no quiso aguar la fiesta y aunque hubiera llovido ayer, los carnavaleros ponen buena cara, vacilón y novelería más que de sobra como para que una adversidad metereológica les obligue a quedarse en casa. Después de una noche loca de sábado de Carnaval, le llegaba el turno al Carnaval de Día y eso, desde que se potenció esta fiesta diurna de unos años a esta parte, son palabras mayores. A algunos se les veía que estaban intentando administrar las fuerzas para seguir en pie porque no habían pasado por casa desde la noche anterior. Otros habían salido hasta el amanecer, habían dormido un par de horas; una ducha, cambio de disfraz y para la calle a darlo todo de nuevo. El Carnaval de Día, donde la música y las mascaritas son protagonistas, se diferencia al de la noche -además de que el sol está arriba en lo alto- a que es una fiesta que permite que salgan las familias al completo.
Grandes y chicos abarrotaban las calles del Cuadrilátero y las aledañas bailando al tun-tun pachanguero o la sabrosura de la salsa. Mochila a la espalda con bocadillos, agua y refrescos para los más pequeños y para los que no suelen beber alcohol o tenían que coger el coche para regresar a casa, y combinados de alcohol para hacer más llevadera la fiesta al resto.
Lo que contiene cada mochila es un mundo, como la inspiración que asalta a los carnavaleros para hacerse un disfraz. Porque los hay de noche y para el día; para un Carnaval con temperaturas agradables y para aquellos, como el de este año, que ha llegado más fresquito.
Había disfraces sacados del armario, con la experiencia de haber sobrevivido a Carnavales pasados, y los había de estreno. Familias enteras que lucían un disfraz de grupo y otros donde se mezclaba el viejo oeste con un hada, un payaso, una princesa y un Bat-Man. Nunca fallan las animadoras o los soldados, a veces con montajes en los que se incluyen unos paracaídas de cartón; los policías que dan el alto a los coches que circulan por las calles aledañas al Cuadrilátero o cualquier animal susceptible de convertirse en disfraz abrigadito.
Por las calles la música no paraba de sonar en los locales que servían bebidas y comidas para atraer la atención de los carnavaleros. Pero también hacían vibrar las coreografías y las batucadas de grupos como Bloko del Valle que llevaron el ritmo durante buena parte de la jornada a los exteriores del Teatro Guimerá.
Por la mañana, en la Plaza del Príncipe, las actuaciones clásicas de la Afilarmónica Ni Fú-Ni Fá y Los Fregolinos y, a partir de las 13:00 horas, todo dispuesto para bajar a las inmediaciones de la Plaza de la Candelaria donde iban a comenzar las actuaciones previstas de un cartel en el que sobresalían Claritzel y Roberto Antonio, éste último logrando que en la plaza de la Candelaria no cupiera ni un alma más para cantar sus archiconocidas canciones como Noches de Fantasía, éxito con el que abrió su concierto poco después de las cinco de la tarde.
El artista venezolano, conocido por su sonido technomerengue, interpretó también Cuando me dejaste, Nadie como tú, Marejada y el primer sencillo con el que está promocionando su próximo álbum que tiene previsto sacar al mercado en el mes de junio, Me enamoré.
Además de estos dos artistas, se subieron a este escenario Quique Serra Dj, Deivol, Evian Vento, Miller Brown, Charly Rodríguez Dj, Cabas y Abubukaka.
Cuando acabaron las actuaciones aquí, la gente no se amilanó y siguió de fiesta hasta el anochecer.
Miguel Ángel Autero
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