
Domingo Hernández Ramos nació hace 43 años. Se crió en el barrio Juan XXIII y trabaja de camarero en la cafetería Mr. Smile, uno de los puntos calientes, a nivel gastronómico, de la capital tinerfeña. Casi medio siglo dedicado a las murgas, su verdadera pasión, y a servir a los demás. Nació en un ambiente familiar más carnavalero que murguero. No concibe otra ciudad para vivir que Santa Cruz, lugar donde se ha pasado casi media vida entre murgas, bocadillos, pitos, hamburguesas, cajas de resonancia, disfraces, cortados, ensayos, papas locas y gozar en el centro neurálgico del Carnaval chicharrero.
“Mi afición por las murgas -explica- se inició desde pequeño en el edificio donde vivía, en el barrio de Juan XXIII. Tenía un vecino que se pasaba todo el día escuchando murgas. Prácticamente era pared con pared”, contó Domingo Hernández al DIARIO en una amena conversación llevada a cabo en la sede de los Triki Trakes, “una casa donde pasé algunos de los momentos más felices de mi etapa murguera”. Como gran murguero que es, Domingo no esconde su deseo de volver a vivir “el gran ambiente que se respiraba hace años en el concurso de murgas adultas”. “Si fuera dirigente político, haría todo lo posible para que las murgas regresaran a la plaza de España. Ese ambiente era maravilloso”.
Este experimentado camarero, que se inició en el apasionante mundo murguero como Juanveintitrero, suele tener muy poco tiempo libre, pero sí que le gusta tomarse un barraquito con amigos y charlar del ambiente carnavalero. El bar Derbi y la hamburguesería Royal suelen ser sus puntos de encuentro habituales con murgueros. Eso sí, Mr. Smile es su otra casa, además de parada obligada, aunque libre.