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martes, 20 de enero de 2015

Mauricio Cruz, carnavalero de museo

La grandiosidad del improvisado museo que Mauricio Cruz ha creado en el garaje de su finca de El Hornillo es sólo comparable a la pasión y el cariño con el que vive, año tras año, los carnavales. Tiene ya 63 años, pero no ha perdido ni un ápice de ilusión cada vez que habla de esta fiesta transgresora. Como lleva cuatro décadas disfrutándola al máximo, se ha creado un fondo de armario que ya lo quisiera para sí cualquier cadena de televisión. Y es que en el garaje de este procurador y empresario se conserva, exhibido y en perfectas condiciones, buena parte de la historia de los Carnavales de Telde, esos a los que no ha faltado en ninguna edición y que comparte rincón, en su corazón, con las jaranas similares que se viven en la capital, el Sur, el resto de pueblos del sureste y, si se le apura, la propia Venecia, a cuyos fastos ha acudido en tres ocasiones.
Entre un amplio catálogo de cachivaches y accesorios decorativos, el bueno de Cruz calcula que tiene más de cien fantasías en sus armarios. Al traje de fallera que se confeccionó él mismo con telas traidas de Valencia en los año s90 le guarda un especial cariño. "Me lo hizo una costurera y puede que hoy día valga más de mil euros", relataba ayer ante cerca de 150 fotos en las que es posible apreciar a distintas personalidades de la sociedad teldense. También destaca el éxito que cada año le reporta un logrado disfraz de cigarrera con el que ofrece desde tabaco a preservativos, pasando por compresas y otra serie de instrumentos.

Su gusto por este mundillo procede casi de su infancia. "Cuando era joven me quedaba embelesado viendo entrar a la gente disfrazada en el Casino. Eran las fiestas de invierno, unas celebraciones que no estaba muy bien vistas, pero a mí eso me llamaba la atención. En cuanto tuve 18 años me hice socio y comencé a disfrutar de bailes y encuentros", explica mientras rescata de su memoria mil y una anécdotas. El intento de detención que sufrió a manos del guardia Cordero y el sargento Martel por acceder al bar Buenaventura con una careta o la 'trastadilla' que le hizo a su hermana coger su traje de novia y hacerse pasar por una espontánea en la sociedad recreativa de San Juan son sólo algunas de ellas.