También se dice que la afluencia de público en la escena nocturna fue este año mayor que en ediciones recientes, aunque al caminar, los tropiezos con bolsas llenas de bebida, hielo y refrescos también auguran que a pesar del público, a la hora de hacer caja, los kioscos no experimentaron demasiados cambios en relación a años anteriores.
Los disfraces, en su mayoría se notaron comprados, que no hay lugar en estos tiempos para costureras y pruebas. No obstante, este año como otros, hubo carnavaleros que sorprendieron con la originalidad de sus vestimentas, lo que se hizo también patente en el concurso de disfraces del primer domingo de Carnaval.
El Carnaval de Día volvió a triunfar, esta vez por partida doble: el primer domingo, lleno; y el sábado de Piñata, ídem. La luz, la familia y lo niños se sitúan a la altura de la noche y los grupos de amigos. La Cabalgata fue para los carnavaleros ansiosos y el Coso, como viene a ser tradición, para turistas y familias con niños.
El concurso de Ritmo y Armonía resultó el más lucido y el que refieren la reina y sus damas, así como las comparsas, como lo mejor del Carnaval.
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