Murgas y más murgas, con más público... aunque sin llenar el Recinto. Fue la segunda fase de grupos críticos infantiles que se celebró anoche con la participación de ocho colectivos. A pesar de que la fase en general tuvo mayor nivel que la primera, la noche tuvo un nombre propio: Pita Pitos se convirtió en la revelación, con un público totalmente volcado. También destacó Rebeldes, que regaló una actuación que rozó la perfección y ello pese a estar precedidos por unos Triqui Traquitos venidos a más y unos Lenguas Largas con gran derroche de energía.
El Draquito, encargados de inaugurar la noche, llegó al escenario con el objetivo que demostrar que la mejoría del pasado Carnaval no fue un espejismo y pueden presumir de que al menos mantuvieron el nivel. Pese a pequeños fallos de afinación en alguna de las músicas, la seguridad de los pequeños permitió que firmarán una buena actuación. Tienen una aval de garantía en la fuerza de su directora, Daura rodríguez. Su primer tema se convirtió en una oda al Carnaval, con la trama de una adicción: Los síntomas del "enganche" a los videojuegos ellos los sienten con la murga. Llena de golpes críticos y emotivos, la canción dio paso a un segundo tema mucho más serio, quizá demasiado. Comparando la vida con un tablero de ajedrez, tuvieron su mejor momento al pedir jaque mate para los responsables políticos que no saben que hay niños en los colegios sin desayuno.
Dieron paso a Lenguas Largas, ataviados con una fantasía muy murguera de Payaso Dormilón, obra de Juan Domínguez. Empezaron su interpretación con la fuerza de la presentación que mantuvieron durante el primer tema, en la que desgranaron, con acierto y simpatía, todos los pasos que vive un murguero hasta el momento de actuar en el concurso. Pero fue la estrofa en la que relataron lo que ocurre al bajar del escenario la que logró volver loco al público, al recordar la polémica con las entradas para su fase. "Si quiero ver a mis compañeros tengo que pagar" o "hago el Carnaval y así me lo pagas" fueron los tirones de orejas al concejal de Fiestas. Tras la habitual queja, y con razón, de la cantidad de cabalgatas que hacen los pequeños, recurrieron a la emotividad para agradecer el apoyo y la fuerza de su afición.
La sorpresa llegó en el segundo tema, que apuntaba a ser una canción de humor y en la que realidad supieron combinar con corrección y sentido un buen puñado de críticas y algunos golpes de gracia. Subidos a la guagua turística, arremetieron contra la refinería, el ayuntamiento o la dejadez en los barrios.
La segunda fase, a diferencia de la primera, se mantuvo en el mismo nivel con la llegada de Triqui Traquitos, que lució un diseño de Daniel Pages. Para definir su actuación nada mejor que evocar a su murga adulta: los pequeños hicieron honor al estilo de Triqui Traques. Combinaron la crítica sobria, argumentada e infantil de su primer tema (de David Mengibar) con el espectáculo visual y el humor del segundo, y todo eso con una excelente afinación.
En la crítica hablaron de la educación y del Carnaval, con recado a la seguridad en el colegio y con un recuerdo a la Reina del pasado año, Soraya Rodríguez. Su final, aconsejando valores a sus amigos, con fuerza y sentimiento. En el segundo tema se convirtieron en Supervillanos, "o malotes" como ellos mismos dijeron, para divertirse y sobre todo hacer que el público se divierta. Bromas a las K-Narias o chistes a los canariones se enmarcaron unos movimientos perfectamente acompasados, resultado de muchos ensayos.
Para mejorar la noche, se subió al escenario Rebeldes, dispuestos a quitarse la espinita de los dos últimos años. Fuerza, afinación, vocalización, diversión,... no les faltó de nada en una actuación impecable. Un partido político formado por niños "porque los mayores no saben gobernar" fue su primera apuesta, en la que presentaron a varios concejales y eligieron un alcalde por sorteo. Su reto, hacer de Santa Cruz la ciudad perfecta, con bibliotecas en todos los barrios, un circuito de skate en la charca de la Plaza de España y la apuesta de usar la Plaza de Toros para ubicar el museo de Carnaval.
En el segundo tema, se subieron al coche de papá para a ritmo de canciones de excursiones en guagua vincular situaciones que se viven en la carretera: al pasar bajo un túnel pidieron deseos para mejorar sus colegios y que tengan más profesores. Sus cambios de voces para imitar las de sus padres y el uso del lenguaje de tráfico para criticar ("los políticos están mal aparcados") fueron algunas de las perlas de una gran idea.
En quinto lugar le tocó el turno a Castorcitos, murga que avanza en calidad tanto musical como en letras. En su primera canción se inventaron una parabólica especial para no perder detalle de lo que ocurre a su alrededor. Así "descubrieron" que no tendrán merienda tras actuar o que a los niños les tocó esperar tres horas para salir en el coso. La tecnología también envolvió el segundo tema en el que despertaron convertidos en iPhone, salvo un que se quedó en un Nokia ¡con antena!. Divertidos en relación a los juegos y aplicaciones y bromeando con el wifi, cerraron la canción pidiendo a los adultos que no se enganchen tanto al móvil.
La afinación fue la característica principal de la actuación de Frikywiky´s, que empezó jugando al parchís aprovechando los colores su fantasía y dividiendo la murga en cuatro. En la segunda canción se preguntaron muchos porqués, aunque el más destacable es toda una reflexión para los dirigentes de las murgas infantiles: "¿Por qué a los chiquitos nos apagan los micros y nos quieren solo para las fotos?.
La noche remontó con Pita Pitos, mucho mejor cantada la primer tema que el segundo. Se convirtieron en cocineros y aunque abusaron de los solos, la energía se respondió con ovación por parte del público, sobre todo con la alusión a la filtración del fallo del jurado: "Antes del veredicto ya me he enterado quien va a ganar". Antes hicieron reír con el intento de "comprar" al jurado con un buen menú.
La segunda canción fue de menos a más, explotó justo en el momento en que hicieron al jurado elegir la estrofa. Ataviados como niños de San Ildefonso, los miembros del jurado eligieron tres números y en función del cupón mostrado cantaron la estrofa preparada: el seis los años aguantando la crisis, el cero lo que se hace por la ciudad y el cinco los materiales que les hacen comprar. El final, el Gordo, la cantidad de solidaridad a repartir.
Cerró la fase Retorciditos, desde Granadilla y con la veteranía de Fran Conde en la dirección. Desde que irrumpieron en el concurso de Santa Cruz apostaron por la crítica y así fue también este año. En la primera se metieron en la mina donde descubrieron la enésima ley educativa. Terminaron pidiendo dinamita "para los que juegan con las viviendas como en Las Chumberas". En el segundo, rememoraron los juegos de los abuelos, tales como el trompo o la cometa, para reivindicar los valore de los juguetes de antaño: "Aprender a valorar, si lo haces tú". Completaron con un llamamiento a la seguridad en los parques infantiles Musicalmente, se nota la mejoría respecto a sus participaciones anteriores.
María Plasencia
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