domingo, 22 de febrero de 2015

De fiesta hasta que el niño aguante

Las nubes negras hacían presagiar una Carnaval de Día pasado por agua. Y sí, llovió sobre todo por la tarde, pero incluso el clima invernal se quiso disfrazar de verano y regaló un sol de mediodía ideal para bailar al ritmo de la música. Tanto que convenció a 180.000 carnavaleros de que llenar las calles de Santa Cruz de Tenerife era el mejor plan para pasar el Sábado de Piñata. Cualquier disfraz servía, desde los más elaborados como un mostrador de la mítica tienda Calzado El Número, hasta una simple boa de plumas y unas gafas el sol. Lo que había en común eran las ganas de boncho y fogalera, y fue eso precisamente lo que provocó que en la capital no cupiera un alma.


Fiestas tenía preparado todo un cartel de actuaciones en los tres escenarios dispuestos, además de la participación de las comparsas que su ritmo animaron las vías chicharreras desde el principio del acto. La batucada contrastó por momentos con el bombo y platillo de la Afilarmónica Ni Fú-Ni Fá, que como manda la tradición en la decana de las murgas, desfiló ataviada de gitanas. Con esa fantasía desfilaron hasta el Mercado Nuestra Señora de África y, haciendo gala una vez más de la ironía y el sentido del humor del grupo crítico, acompañó su paso con un grito directo y claro: "La Fufa es gay".

Y es que el humor y la diversión es el ingrediente fundamental del Carnaval, también en la jornada que se celebra de día. Por eso, las risas y el baile fueron las notas protagonistas no solo de los tres escenarios dispuestos por la organización sino de las calles aledañas, en las que los kioscos y chiringuitos aprovecharon para hacer su agosto en pleno febrero.



Miles de carnavaleros bailaron al son de la música de los 80 y de los 90, del pop, de la música electrónica, del merengue y la salsa y, como no, de las canciones que este año se han propuesto como temas del Carnaval. Por allí pasaron piratas, astronautas, zombies, abejas, vaqueros, policías, barbies,... y un sinfín de fantasías que bien podrían llegar a ser 180.000, las mismas que personas danzaron bajo el sol. Si bien es cierto que cuando las nubes se cansaron de esperar y quisieron visitar también la fiesta los chicharreros comenzaron a abandonar el centro de la capital, no es menos verdad que fueron igualmente miles los que se quedaron en la calle. Muchos empataron o al menos tenían la intención de seguir de fiesta hasta que el cuerpo aguante. "O hasta que el niño aguanta", puntualizaba ayer Cristian Rodríguez, que señalaba a un pequeño Spiderman como responsable de que ahora su Carnaval sea bajo el sol y no bajo la luna. Disfrazado de mujer pirata, aseguraba que es mejor la jornada de ayer diurna porque "el niño se lo pasa bien y es muy animado".

Es cierto, los pequeños disfrutan tanto o más como los mayores, las niñas enfundadas en sus trajes de princesas y los niños convertidos en superhéroes, que han sido las dos fantasías infantiles de moda este año. La misma idea de tranquilidad es la que defienden dos parejas que llegan a la capital desde Icod cada año para no perder detalle del Sábado de Piñata. "También venimos de noche, pero de día es más tranquilo para venir con nuestros hijos". Aunque sean cuatro, como es el caso de Alberto Mesa, que levantó a sus retoños desde las nueve de la mañana "para empezar a disfrazarse y maquillarse y que al menos los más pequeños almorzaran antes de llegar". "Siempre bajamos, al de la noche no ya que si acaso se alarga el día", dijo.

Pero incluso sin pequeñas mascaritas se pasa bien. Eso es al menos lo que defienden los grupos de adultos que preparan a conciencia su disfraz para el Carnaval de Día, porque al fin y al cabo es el que más luce. El grupo de Las Viciosas ideó su fantasía de marinero hace un mes y convirtieron un carro de la compra en el navío perfecto en el que instalar una barbacoa. "Es Carnaval de Día, se come en la calle", aseguraron algunos de los 20 integrantes del grupo, que es de los más previsores pero no los únicos. Aunque muchos comen en los restaurantes, bares y quioscos de la zona, otros muchos optaron por cargar en la mochila o en el carro un buen puñado de bocadillos o unos cuantos tupper de tortilla y croquetas.

Es la energía necesaria para seguir de fiesta. Una fogalera en la que los disfraces se convierten en la excusa perfecta para gastar bromas a cualquiera que se acerque. Aunque en Carnaval no hay nada mejor para hacer amigos que una fotografía. Ya no es solo la era digital, sino la época del selfie y basta que un grupo de hippies pose para una foto para que se cuele una socorrista o un rapero.

"Es el mejor Carnaval para conocer gente y hacer amigos", afirmaron sin mínimo atisbo de dudas un cuarteto peculiar. Tony, Neron, Juana y Caly defendieron "el colorido y alegría de la fiesta de día". Dos aspectos que fueron una constante a lo largo de las horas, entre música, comparsas y murgas, pero incluso en el caso de aquellos que aguantaron hasta la noche, ya sin niños, y protagonizaron el último de los bailes,... hasta el año que viene.

La Opinión de TenerifeMaría Plasencia

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