lunes, 23 de enero de 2017

‘Paso al Carnaval’, himno de la fiesta

En esta foto antigua aparecen los músicos santacruceros Aníbal Pérez, con guayabera; Pepito Pérez, con traje, y a la izquierda, más joven, Jesús Fariña. El resto son rondalleros. DAViva la alegría, viva Momo, Baco y Venus; / gocemos alegres el eterno Carnaval. / Unidos cantemos a Pierrot y Colombina; /a gozar todos el Carnaval, / la fiesta de la luz como no hay otra igual. / Paso al Carnaval…”.

La fiesta de la luz y la alegría se está preparando y pide paso para conquistar la calle con todos sus corazones. Fue hace unos cuantos años, cuando a nosotros, chiquillos del Monturrio (Duggi), nos sorprendía el cambio que se daba en el ambiente y con el que se percibía un tiempo de espera, que anunciaba la proximidad del mítico espacio de la alegría. Nos situábamos por ello en el camino que conectaba con el territorio de los mayores, ante el campo de libertad del que se decían tantas cosas, muchas difícilmente comprensibles para nuestra escasa estatura. Entonces andábamos preocupados en tirar piedras y jugar a la pelota en la Placita, y de intentar llegar al barranco de Santos desde la finca de don Bruno o por el empinado camino que al término de Castro dejaba atrás el despacho de petróleo de don Rómulo.

Al término o en medio del juego no se escapaba a nuestra curiosidad el comentario que hacían nuestras madres, en su visita a las tiendas o en el encuentro casual con sus amigas vecinas. Hablaban de retales y prendas que sin ir más lejos podían encontrar en Mariquita La Mora, de disfraces con ideas originales, de trajes que había que desempolvar aceptando el rastro volátil de las bolas blancas de naftalina. Los mayores, a los que pocos dudaban en llamar gandules, contaban aventuras de ligues ganados al término de los bailes en el Guimerá, en el Recreativo, la Masa Coral, el Círculo de Amistad…, locales que para ellos, rondalleros de pro, tenían las puertas siempre abiertas, y lo confirmaban mostrando el carné ganado a pulso en noches de ensayo, con foto sellada en la Comisión de Fiestas.



El domingo de Carnaval estaba sacralizado con el concurso donde voces y orquestas de pulso y púa hacían enmudecer al graderío y sillas de la Plaza de Toros. Aguardábamos la salida de coros y agrupaciones, de vecinos que hacían grande el Carnaval, y por ello desfilaban entrelazados y alegres acogidos con el aplauso, los confetis y las serpentinas. Uno y otro grupo irrumpían tras sus banderas y mascotas; llenaban la calle de un extremo a otro entonando las marchas-pasacalles, que al paso de los años se consolidaron como himnos. El santacrucero tenía a gala mostrar sus dotes musicales. Saber tocar un instrumento o bien cantar en un coro confería un rango de mayor reconocimiento, una posición casi envidiable entre su círculo de vecinos y amigos. Al calor de esa familiaridad musical nacieron las agrupaciones y rondallas. Nuestra pequeña y gran historia está llena de nombres, de vecinos que derrocharon ingenio y que entregaron horas ganadas al término de agotadoras jornadas de trabajo para poder sembrar la alegría.

Después de rastrear en algunos archivos, ha sido el tenor Argelio Bermúdez, que conserva inalterable el don de la amistad y el sentir rondallero, quien me ha facilitado la partitura de uno de aquellos himnos, cantos del Carnaval. Con esa obra titulo estas líneas. Es la marcha-pasacalle Paso al Carnaval, compuesta por el genial Pepito Pérez, autor de una obra dispersa y que fundó, entre otras, la agrupación Echeyde, en el Círculo de Amistad XII de Enero. Enlazo su nombre con el de Aníbal Pérez, igualmente grande en el recuerdo, artesano en los arreglos, genial instrumentista y director que estuvo muchos años al frente del Tronco Verde, con la que preparaba cada año el pasacalle. En el variado compendio de temas que los grupos iban atesorando figura este bello canto, que entiendo invita a recuperar la auténtica esencia de la fiesta de la luz y de la alegría. Así que, por favor, dejen ¡Paso al Carnaval!

Diario de AvisosZenaido Hernández

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