
Es 1995 y el concurso de murgas de Santa Cruz vive un momento insólito. Uno de los grupos señeros de la fiesta comparece sin ser dirigido. Nadie se pone frente a los Diablos Locos. Delante de los murgueros, una peluca. Era el homenaje sincero y simbólico de los trónicos a Tom Carby, desaparecido solo unos meses antes. Instante imborrable en la historia del certamen, fue también una huella indeleble para cada uno de los diablos.
Llegado este momento, pues, Maxi Carvajal cumple 20 Carnavales con la batuta de la murga. Según cuenta, aquel año no estuvo en el puesto de director pero sí ejerció como tal. Dos décadas más tarde, es indudablemente una de las figuras más reconocibles de la fiesta. Hombre carismático, referente del Carnaval y queridísimo en el grupo de la calle Candelaria, Maxi ha hecho de su estilo una forma de ser. Y a nadie se le esconde que ha sido pieza imprescindible en el crecimiento y transformación de la murga.
"Diablos camina p´alante mirando hacia atrás", dice su despedida. Y no hay mejor manera de definir a estos locos que han hecho de esta frase su lema permanente. No en vano, rara vez faltan en sus letras las referencias a un pasado del que se sienten orgullosos. "Nunca pensé en dirigir a la murga", admite Maxi. Y eso que su padre le había instado a coger los mandos cuando él ya no estuviera. "El primer reto fue conseguir salir en el 95. Empezamos sin que nadie nos montara y surgió la idea de llamar a Víctor Asensio. En principio venía para hacernos las letras, pero tras mucho intentarlo vimos que no había forma de sacar el asunto adelante. Fuimos a buscarle, le pedimos ayuda y en una noche montó un tema él solito. Y hasta hoy. Han pasado 20 años", apunta.