Nacido en el barrio lagunero de Camino Largo, Tomás Montesdeoca fue suboficial del Cuerpo de Músicos Militares, lo que marcó carácter. Cuando se sumó a las cuerdas del Orfeón demostró una capacidad superior para ser un mero componente, y llegó a dirigirlas. Gracias a él, la institución incorpora todo el año las cuerdas; hasta entonces solo el coro estaban en activo los doce meses y para Carnaval se “armaban” las cuerdas.
El histórico componente del Orfeón Benito Quintero asegura que Manuel Hernández y Tomás Montesdeoca formaron un binomio perfecto, aportando lo mejor en el coro y las cuerdas, al que se sumaba Ángel Hernández, más conocido como Ito. Montesdeoca preparaba las guitarras e Ito las púas -laudes y bandurrias-, que luego se ponían a las órdenes de Manuel Hernández, hasta que el director de cuerdas asumió la batuta en 1983, tras la retirada del maestro, y alternaba las agrupación de cuerdas con la rondalla, pues del coro se encargaba Alberto Roque Ignacio, hoy en América al frente de alguna sinfónica, recuerda Benito.
A Tomás Montesdeoca se debe la Misa Canaria, que recuerdan históricos del Orfeón que se grabó y no se volvió a cantar; o la composición de la marcha al Cristo de La Laguna que se interpretaba de subida por La Carrera.
Su ingenio musical quedó de manifiesto en cuantas partituras arregló, con su especial predilección con las jotas. Con él el Orfeón ganó dos primeros de Interpretación, en 1983 y 1987, el segundo con un espectacular arreglo de los coros de Nabucco. Tomás Montesdeoca hizo “cantar” a las cuerdas del Orfeón, una de las mejores tarjetas de presentación de la rondalla.
Humberto Gonar
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