A falta de autopsia, y con la liquidación del cadáver con carácter de urgencia debido a las altas temperaturas que ayer reinaban en la costa sureña, las autoridades le dieron liso sin mayor contemplaciones, lo que provocó en viudas y deudos, y sobre todo acreedores, una fuerte consternación en varios idiomas que se vino arriba a medida que el personal sanitario intentaba paliar el dolor con güisquis, rones y otros medicamentos.
Eso fue poco más allá de las ocho de la noche, cuando el chófer de la funeraria puso primera, -marcha que no soltaría en todo el recorrido-, y enfiló desde el Centro Insular de Turismo por la avenida Alféreces Provisionales para alongar hasta el Anexo II, donde tuvo lugar el crematorio.