Conjugar con éxito el binomio diversión-descanso es casi imposible, pero en ciudades como Santa Cruz de Tenerife, Valencia o Pamplona parece que lo están logrando en sus carnavales, fallas y sanfermines.

No ha sido fácil y ha habido que aplicar grandes dosis de sacrificio por parte de quienes quieren dormir durante las noches de fiesta y aquellos que pretenden que la diversión no pare nunca para mantener los festejos en el centro de la ciudad. Así y todo , la pregunta salta a la boca de muchos es:¿Hay que aguantar el ruido durante las fiestas? La respuesta parece que es generalizada: sí.
Los tribunales dan una y otra vez la razón a los vecinos que denuncian el exceso de ruido, sin embargo, la mayoría de los ayuntamientos consultados apela a ordenanzas que expresamente se suspenden durante las fiestas populares para permitir los excesos.
En Canarias hay hasta una norma de ámbito regional, la Ley 4/2007, de 15 de febrero, que modifica a otra de 1998 para incorporar un «régimen especial para las actividades y espectáculos que se desarrollen en determinados festejos populares» y que da carta blanca a los ayuntamientos para que regulen cómo quieran las medidas para contrarrestar los efectos nocivos (ruido, limpieza...) de sus fiestas.
En Las Palmas de Gran Canaria el Ayuntamiento ha optado por dispersar los actos del Carnaval, provocando un malestar generalizado y duras críticas de todos los sectores. El alcalde de la capital grancanaria, Juan José Cardona, se ha agarrado a las resoluciones judiciales que dan la razón a las comunidades de vecinos de la zona del parque de Santa Catalina, que denunciaron el exceso de ruido, para sacar del centro de la ciudad los actos nocturnos del Carnaval de este año, sin forzar nuevos intentos de acuerdo con los denunciantes.
Los tribunales también dieron la razón a los vecinos afectados por el Carnaval de Santa Cruz de Tenerife, pero el asunto se resolvió por vías que, por otra parte, nada tienen que ver con la conciliación vecinal y, a día de hoy, los festejos nocturnos se continúan celebrando en las calles más céntricas de la ciudad, controlando el volumen de la música, unificada, y el horario de los quioscos.
En ciudades como Pamplona y Valencia hace años que trabajan para que la diversión de unos no cercene el descanso de otros durante los Sanfermines y las Fallas. En Pamplona vigilan que la música no se proyecte hacia el exterior de los locales y se cumplan los horarios; en Valencia el control se centra en la insonorización de los casales falleros.
El alcalde de Santa Cruz de Tenerife, José Manuel Bermúdez, lo tiene claro:«Ni pensamos en sacar el Carnaval de la calle; está asumido por la población que se tiene que celebrar en el centro». Bermúdez evita valorar la decisión de su homólogo en la capital grancanaria, Juan José Cardona, de diseminar los festejos nocturno, pero asegura que cuentan con «normativa propia» para esta fiesta, con «instrucciones» sobre horarios de cierre, que en los días de más afluencia se amplía a las seis de la mañana para los quioscos y hasta las nueve para las terrazas y discotecas.
Bermúdez intenta en todo momento alejarse de la polémica suscitada en 2006 y 2007 por su antecesor en el cargo, Miguel Zerolo, que llegó a azuzar, edicto en mano, a los carnavaleros para que se levantaran contra de los vecinos denunciantes del ruido en el centro. En 2007 un juez llegó a suspender el Carnaval, aunque finalmente se celebró no sin grandes dosis de polémica.

R. R.